María Eugenia Grillet: «Venezuela necesita de la ciencia para salir de oscuridad»
María Eugenia Grillet, electa Individuo de Número de la Acfiman (sillón X), nos habla de cómo surgió, desde su adolescencia, su interés por la biología, las ciencias naturales y la ecología
La profesora titular jubilada del Instituto de Zoología y Ecología Tropical la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, da pautas sobre lo que se debería hacer en el país para controlar la malaria y otras enfermedades transmitidas por vectores, así como las medidas que deberían implementarse globalmente para evitar el surgimiento de nuevas pandemias.
Explica por qué la variante ómicron no supone el fin de la pandemia y lo que tiene que pasar para que se acabe, etapa a la que se transitará gradualmente y no de un día para otro.
La ecóloga y epidemióloga, recientemente galardonada con el Premio Hemingay de la Royal Society of Tropical Medicine & Hygiene, destaca la importancia del trabajo multidisciplinario en la ciencia actual, en particular para el estudio de los complejos sistemas biológicos, y anima a sus estudiantes a compartir, discutir y defender sus ideas para darles forma junto a otros en un espacio de colaboración.
¿Qué la motivó a estudiar biología?
-Ya en mis estudios de bachillerato había identificado la biología como una de las áreas de interés en mi futuro universitario.
Poco a poco fui reconociendo que me apasionaban e intrigaban aspectos y preguntas tales como: el origen de la vida, y la diversidad y forma de los organismos vivos.
La historia natural también capturó mi atención muy temprano en mi adolescencia en los escritos, que para mí eran como libros de aventuras, sobre las exploraciones de Charles R. Darwin, su viaje en el barco Beagle por Sudamérica, o Alexander von Humboldt, sus exploraciones por Sudamérica y Venezuela.
¿Qué la llevó a dedicarse a la ecología y dedicarse a la investigación científica?
-Crecí en Puerto Ordaz, una ciudad con dos parques espectaculares de cascadas y saltos en medio.
Esa naturaleza formó parte del paisaje de mi infancia, al igual que el de la Gran Sabana, y pienso que moldeó e inclinó mis intereses, posteriormente, por la ecología y ciencias naturales.
La ecología trata de entender el origen y el mantenimiento de la biodiversidad, en función de estudiar las relaciones de los organismos entre sí y con su entorno ambiental.
Esa es la disciplina, dentro de la biología, en la que me formé, en la que he hecho investigación, en la que me sigo formando, y en la que he enseñado por más de 25 años en la Universidad Central de Venezuela.
Desde que entré en la Universidad también entendí que me dedicaría a responder preguntas en Ciencia, que mi carrera, más que un oficio, sería mi forma de vida.
Gran parte de mi investigación la he hecho en esa ecorregión tan única que es el Escudo Guayanés o la Guayana venezolana, ese mundo perdido que mi querido Charles Brewer Carias ha explorado con tanta pasión.
De hecho, mi pasión por esta geografía aumentó con el libro de Charles sobre sus expediciones al Sari-Sariñama (Tepuy) y la alusión a la novela del Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle (The Lost World), “sobre una expedición a una meseta sudamericana -basada en el monte Roraima de la selva amazónica venezolana- en donde aún sobreviven animales prehistóricos”.
¿Hubo alguna persona que la inspirara en su carrera científica?
– Mi profesor de biología de bachillerato podría ser esa primera persona, aunque confieso que no recuerdo su nombre.
Tuve la suerte de tener excelentes profesores en mi formación como bióloga en la escuela de Biología (Facultad de Ciencias, UCV). Uno de ellos, Jesús Alberto León, quien siempre me inspiró y enseñó a hacerme preguntas, mientras más simples y sencillas mejor, para entender un problema en biología.
Fue mi profesor en la materia Evolución, uno de los pilares básicos de cualquier ecólogo para entender esa biodiversidad a una escala mayor en tiempo y espacio. Luego fue mi tutor-director de Seminario de grado, para después ser mi colega querido y cercano en el mismo laboratorio en el Instituto de Zoología y Ecología Tropical (IZET).
Luis Bulla fue otro profesor de mi carrera que me inspiró mucho por su forma sencilla y original de acercarse a un problema en ecología.
Pero, sin duda alguna, mis tres mentores de doctorado, tuve la suerte de tener no uno, sino tres, destacan por haberme dado las herramientas iniciales para dedicarme a la eco epidemiología de enfermedades infecciosas mediadas por insectos vectores, y aún lo siguen haciendo. Ellos son Roberto Barrera (ecólogo, tutor), María Gloria Basáñez (parasitóloga y epidemiológa teórica, cotutora), y Jan E. Con (bióloga evolutiva, cotutora).
Finalmente, hay ecólogos que conozco principalmente por sus aportes a la disciplina, y que han contribuido mucho con mi formación y filosofía sobre la ciencia de la ecología: Robert H. MacArthur, Simón E. Levin, Robert May, Roy Anderson y Pierre Legendre.
Tuve la suerte de hacer mi postdoctorado con Pierre Legendre en Canadá, y escribir dos artículos con él; mientras que visité el grupo de investigación de Roy Anderson, en el Imperial College (Reinio Unido), con quien he coescrito otra contribución.
¿Cuál es la relación entre ecología y epidemiología?
-La ecología trata de entender por qué hay tantas especies en un ambiente determinado, qué determina que esas especies coexistan, es decir, vivan juntas armónicamente, en ese ambiente y sus interrelaciones, y qué factores del ambiente determinan que esa coexistencia sea armónica, se mantenga o no en equilibrio. Y, por el contrario, entender qué cambios en el ambiente afectarían esa convivencia disminuyendo esa biodiversidad.